Cuando el mar
se llevó a sus tres hijos
Ella estaba acodada
en la puerta de su casa,
pensando en ollas aladas y repletas.
De pronto cayó en un vacío
del que surgió vieja y encorvada.
No necesitó entrar
para vestirse de negro.
Ya estaba recogiendo flores
cuando salió su hombre
con la radio en la mano,
desamparado y tembloroso.
Ella es una sábana flotando
sobre nosotros.
Nada detiene el remolino
que alienta su vuelo.
Desde su vientre deshabitado
los ovarios violeta se abren
como flores nocturnas.
La ansiedad es un arrecife
donde acerados corales
hieren los cuerpos amados.
Sin hijos bajo sus ojos
quisiéramos las madres
ofrecerle un trozo de pañal
para vendar sus muñones o un arca
donde recoger los salados restos.
YOU DON’T RAISE CHILDREN TO WATCH THEM DIE
Claudia Nuñez de Ibieta
When the sea took away her three sons
She was leaning in the doorway of her home,
thinking of winged and brimming pots.
Suddenly she fell into an abyss,
from which she emerged old and hunched.
She didn’t need to go inside
to be dressed in black.
She was already gathering flowers
when her husband came outside
with the radio in his hand, helpless
and trembling.
She is a sheet floating above us.
Nothing restrains the whirlwind
that keeps her aloft.
From her deserted womb
violet ovaries unfurl like night-blooming flowers.
Anxiety is a reef
where sharpened corals
wound beloved bodies.
Without children in her sight
we mothers would like
to offer her a piece of diaper cloth
to bandage her stumps or an ark
to gather the salty remains.